Agradecemos a la organización de la Universidad
Socioambiental habernos invitado a participar en el día dedicado a los
movimientos sociales en la Sierra.
Desde hace tiempo, un grupo muy diverso de mujeres
decidió unirse, de manera espontánea, no jerárquica, inclusiva y sin una
estrategia de trabajo clara, para aportar su mirada feminista a todas las
luchas, colectivos, mareas, etc. en las que participamos. Conversando,
estudiando, leyendo y sobre todo, HACIENDO nos dimos cuenta que nuestra
experiencia como mujeres, cada una muy diferente a la de la otra, siempre tenía
un punto en común y era cómo el patriarcado atraviesa los distintos movimientos
sociales en los que participamos.
La mirada a través de las gafas violetas nos ha
hecho ver y comprender que en los movimientos sociales hay un fuerte punto de
vista androcéntrico que hace que las diversas reivindicaciones y demandas de
las mujeres sean dejadas en un segundo plano. Normalmente, nosotras mismas
relegamos el valor de nuestra mirada para adecuarnos a lo que la mirada
masculina marca como importante y digno
por lo que luchar. Con la crisis, aunque muchxs de nosotrxs reconozcamos la
importancia de la lucha feminista, hemos terminado subordinándola a la urgencia
de la lucha contra el capital. Participamos en diversos colectivos, muchas de
nosotras somos multimilitantes, y sin embargo, poco podemos hacer en los mismos
para intentar que la lucha feminista confluya con la lucha contra el capital,
contra el fascismo, contra el racismo y la xenofobia.
En menos de un año, dos vecinas de la sierra han sido
víctimas mortales del patriarcado. Cuando hemos intentado visibilizar estas
muertes no se nos ha acompañado, y sabemos que necesitamos la voz de todos y
todas para que nuestra rabia se oiga. Si no nos ponemos las gafas violetas
seguiremos poniendo en las agendas los temas que por tradición androcéntrica,
tanto en política como en el activismo, se consideran prioritarios.
Y así también en las ciencias sociales y humanas. Normalmente,
los tópicos a estudiar, reflexionar o investigar son lo que la tradición
androcéntrica considera como válidos. No es difícil ver ahora en diversos
eventos académicos, como esta Universidad, a muchas mujeres como ponentes.
Consideramos muy valiosa la participación de mujeres como expertas, pero
también pensamos que más allá de centrarnos en la paridad, las experiencias y demandas propias de las
mujeres en todos los ámbitos temáticos deben ser tomadas en cuenta. Así como
cuando la historia es solo contada desde el punto de vista de los vencedores no
llegamos a conocer la verdad del hecho histórico, si abordamos cualquier
disciplina únicamente desde un punto de vista androcéntrico, nos quedamos con
una visión sesgada. De otro lado, pensamos que el modelo de clase magistral,
charla o mesa redonda (donde solo debaten los que están en la mesa), clásico en
la educación tradicional, donde quien “sabe” habla y lxs demás escuchamos no
facilita la creación de conocimiento. Pensamos que una metodología más participativa
es mejor si lo que deseamos realmente es capacitarnos y conocer la realidad que
no rodea para así hacer nuestras luchas más efectivas. Las y los feministas,
nos visibilizamos como colectivo reivindicativo pero también ponemos el acento
en otra forma de hacer, de luchar, de analizar, de buscar porqués, pues creemos
que forma y contenido interactúan reforzándose.
Otra de las consecuencias de ponernos las gafas
violetas nos ha llevado a visibilizar y denunciar situaciones de
desventaja, de menosprecio, situaciones injustas que sufrimos las mujeres que
participamos en los movimientos sociales.
Por mencionar algunos ejemplos claros:
- El uso del
tiempo en los debates y asambleas: en los movimientos sociales de la
sierra están sobrerrepresentadas las
voces masculinas. Además, suele terminar imponiéndose quien más habla, quien
levanta más la voz, quien se expresa con más postura de autoridad y seguridad.
Creemos que es importante hacer un análisis serio de porqué hay menos mujeres
participando activamente en los movimientos sociales.
- El exceso de protagonismo de algunas personas, por lo
general, hombres. Si a esto le sumamos las autoalabanzas y autoadjudicaciones,
se termina creando líderes que responden al modelo patriarcal de liderazgo
jerárquico.
En este tipo de situaciones, se nos desautoriza a través
de la sobrevaloración que hacen los hombres de sus propias cualidades o aportes
a la lucha, a veces incluso, apropiándose de ideas nuestras o dándole una
pequeña vuelta de tuerca para “mejorarlas” y presentarlas como propias. No es
que nosotras queramos o necesitemos ese protagonismo, pues somos conscientes de
que el éxito de nuestras luchas se logra a través del trabajo conjunto de todos
y todas, lo único que reclamamos es no ser INVISIBILIZADAS. Tampoco se analiza porqué hay tantos “líderes”
masculinos, tantos hombres entregados a tiempo completo o casi completo a la
militancia. Seguramente, en muchos casos
estos líderes tienen a sus compañeras o incluso a sus madres, solucionándoles todo lo relativo a la esfera doméstica y de
cuidados.
- Apelar a la superioridad de la lógica -que se entiende
como atributo de los varones- para imponer criterios. Además, esta lógica casi
siempre es androcéntrica. Peor aún es cuando se llega a ridiculizar los sentimientos
y las emociones –cualidades erróneamente atribuidas a las mujeres.
- Cuando se hacen peticiones "inocentes", que
automáticamente nos encasillan en los roles femeninos tradicionales, como
hacernos cargo de las tareas administrativas, secretariales, de orden, de
limpieza, de cocina, tareas, que a pesar de su importancia no suelen ser
valoradas, tareas que además no implican participación en la toma de
decisiones.
- Cuando se realizan ataques misóginos mediante
comentarios repentinos, que apelan a los estereotipos de género y se nos
descalifica y ridiculiza en base a tópicos
machistas.
Dentro de los movimientos sociales de la sierra, tenemos
este enemigo: posponer el debate de género, porque siempre hay algo más
importante o porque no llegamos a ver que erradicar el patriarcado es
prioritario para que los diversos movimientos sociales trabajen y luchen
alcanzando el máximo de su potencial transformador.
Y citando a Vandana Shiva en
su libro “Abrazar la vida”: “La recuperación del principio femenino se basa en
la amplitud. Consiste en recuperar en la naturaleza, la mujer y el hombre las
formas creativas de ser y percibir. Por lo que se refiere a la naturaleza
supone verla como un organismo vivo. Respecto a la mujer supone considerarla
productiva y activa. Y por lo que atañe al hombre, la recuperación del
principio femenino implica situar de nuevo la acción y la actividad en función
de crear sociedades que promuevan la vida y no que la reduzcan y amenacen.”
COLECTIVOS FEMINISTAS DE LA
SIERRA
Villalba, 12 de julio de 2012
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