Temas
para debate:
¿Por
qué hablamos de sexismo en los espacios liberados?
1.- Uso expansivo
del tiempo en los debates y diálogos: los espacios de lucha y resistencia están
siempre sobrerrepresentados por las voces masculinas. Esto se toma como
natural. Además, suele terminar imponiéndose quien más habla, quien levanta más
la voz, quien se expresa con más postura de autoridad y seguridad. Estas
conductas, por lo general, son manifestadas por los varones.
Porque
a pesar de que somos todos y todas las que combatimos el capital, el fascismo y
el sexismo (toma ya), aunque hay algunos que cuentan más que algunas. Quizá por
costumbre, veteranía o simple tono de voz , hablar con más decisión,
elevar el volumen de voz, ocupar más tiempo hablando, aunque no diga nada. Por todo esto, se da más credibilidad a la
voz de ellos.
2.-
Autoalabanzas, autoadjudicaciones, protagonismos. En este tipo de situaciones,
se nos desautoriza a través de la sobrevaloración que hacéis los varones de
vuestras propias cualidades o aportes a la lucha, a veces incluso, apropiándoos
de ideas nuestras o dándole una pequeña vuelta de tuerca para “mejorarlas” y
presentarlas como vuestras. No es que queramos el protagonismo, pues somos
conscientes de que el éxito de nuestras luchas
se logra a través del trabajo conjunto de todos y todas, lo único que
reclamamos es no ser INVISIBILIZADAS.
Invisibilización:
nos roban nuestro trabajo, se alaban ellos mismos, o nos invisibilizan
llamandonos como la novia de..
3.-
Rehuir las críticas y la negociación. Somos conscientes de que esta conducta no
solo atañe y perjudica a las mujeres, aunque tiene matices distintos cuando las
críticas y el pedido de negociación parten de nosotras. Lo mismo con los
silencios, la falta de comunicación e incluso los enfados personales. En todos
estos casos, muchas veces se nos suele desatender o relegar en base a
estereotipos de género. No dialogar implica no sentirse obligado a dar
respuestas o explicaciones, algo que solo se pueden permitir quienes tienen
poder. Si a esta conducta le sumamos la discriminación de género, entonces el
abuso del poder a secas, se convierte en
abuso de poder machista.
4.-
Apelar a la superioridad de la lógica -que se entiende como atributo de los
varones-, relegando o ridiculizando los sentimientos y las emociones
–erróneamente atribuidos principalmente a las mujeres.
5.-
Requerimientos solapados: o pedidos silenciosos, que automáticamente nos
encasillan en los roles femeninos tradicionales, como hacernos cargo de las
tareas administrativas, secretariales, de orden y limpieza, tareas repetitivas
que no requieren imaginación ni implican participación en la toma de
decisiones.
Se
sigue reproduciendo en ocasiones el
mismo reparto de roles, la incomunicación y la incomprensión entre hombres y
mujeres.
6.-
Ataques misóginos: son comentarios repentinos, por sorpresa, que apelan a los
estereotipos de género Se nos descalifica y ridiculiza en base a tópicos machistas. Estos ataques nos dejan sin palabra,
sin defensa, por lo inesperados que son y porque no solemos esperar que en
espacios democráticos se recurra a estas vilezas.
7.-
Acoso sexual: baboseos en fiestas, ligoteos no correspondidos. No es no.
8.- Sexo seguro: Porque a todo@s se nos
llena la boca de sexo seguro, pero aún es tristemente cierto que, en muchos
casos (parejas estables, abiertas, esporádicas, tríos, noches locas y demás),
esta responsabilidad básica está lejos de ser compartida por todas y todos, y
la iniciativa continuamos asumiéndola las que podemos quedar preñadas. Las
enfermedades de trasmisión sexual, como el papiloma virus, lo contraemos las
mujeres y luego, con el tiempo, se detecta. No es necesario contagiarse de sida
o quedarse preñadas…
¿Qué hacer? Todavía no se ve el antisexismo
como lucha colectiva, necesaria y urgente. Luchamos contra el capital y el patriarcado. Introducir
la lucha antisexista en TODOS los espacios. No consentir que el antisexismo sea
una lucha de segunda categoría.
No
luchar contra el sexismo y el machismo en todos los ámbitos, es hacer que la autogestión,
la democracia directa, el asamblearismo carezcan de sentido.
Cosas
prácticas, pasar de la teoría a la práctica:
1.-Respetar
turnos de palabra. Dejar claro las reglas de juego de una asamblea. Mejor si
quien modera es mujer. Estar en todos los lugares, no tener miedo de
expresarnos, callarlos. Que los hombres piensen bien lo que van a decir, aporta
algo positivo?, ¿es necesario o solo hablo para escucharme?
2. No callarnos,
decir bien claro esto lo hice yo, lo propuse yo. Apoyarnos en nosotras y en
alguno de ellos menos machista
3.-
Si notamos que se está haciendo abusos de poder, no callarnos.
4.-
No dejarnos apabullar por supuestos razonamientos sesudos. Todos y todas somos
seres emocionales. Está demostrado que el imperio de la razón es una sinrazón.
Recordar que ellos son igual de emotivos que nosotras, solo que lo esconden.
5.-
¿Qué hacer? Negarnos a hacer tareas que lleven implícito el reparto de roles
(ej. ocuparnos de los niñxs, de la cocina, de la limpieza). Eso no quiere decir
que no apoyemos, pero que ellos den la iniciativa
6.-
No tolerarlo, denunciarlo, apoyarnos en nosotras. Si otra (o) ve que esto está pasando, no
quedarse callad@s
7.-
No tolerarlo, denunciarlo, apoyarnos en nosotras. Si otra (o) ve que esto está pasando, no
quedarse callad@s
8.-
Llevar condones, no follar con tíos que pasen de condones
Otros:
Potenciar
los espacios de mujeres.
No aceptamos sugerencias de hombres, a no
ser que estos hombres hayan realizado con anterioridad un trabajo en un grupo
de hombres y tratado seriamente los problemas de la masculinidad mostrando
claras muestras de ello.
Practicar la acción afirmativa: actuaciones positivamente dirigidas a reducir
o, idealmente, eliminar las prácticas discriminatorias en contra de sectores
históricamente excluidos como las mujeres o algunos grupos étnicos. Se pretende
aumentar la representación de éstos, a través de un tratamiento preferencial
para los mismos y de mecanismos de selección expresa y positivamente
encaminados a estos propósitos. Así, se produce una selección “sesgada” basada,
precisamente, en los caracteres que motivan o, mejor, que tradicionalmente han
motivado la discriminación.
Es decir, que se utilizan instrumentos de discriminación inversa que se
pretende operen como un mecanismo de compensación a favor de dichos grupos.
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