jueves, 31 de enero de 2013

Feminización del trabajo



Sobre la feminización del trabajo
He copiado lo más significativo, el texto original es enorme, pero si lo queréis leer esta en:
Voy a partir del concepto de feminización del trabajo: hablar de feminización del trabajo significa afirmar que el contenido y las condiciones del trabajo hoy, impuestas tras violentas reestructuraciones, no son más que la extensión tendencial de las características del trabajo, tanto asalariado como no asalariado, estructural e históricamente asignado a las mujeres, al trabajo en sentido genérico. Es más, esta extensión se están volviendo tendencialmente centrales en el actual paradigma de acumulación capitalista y, con ello, el propio mundo de la "producción" se está viendo radicalmente mutado.
Pero vayamos por partes: en una primera aproximación, se puede hablar de feminización del trabajo en tanto que la flexibilidad, la vulnerabilidad, la disponibilidad total, el alto grado de adaptabilidad, el talento para la improvisación y la capacidad para afrontar diferentes tareas que caracterizaban el trabajo y la vida de las mujeres (como amas de casa, esposas, madres, abuelas, hijas, enfermeras, maestras, parteras, pero sobre todo como varias de estas cosas al mismo tiempo) se extienden hoy a un abanico cada vez más amplio de empleos, desempeñados tanto por hombres como por mujeres. Tanto el temporero inmigrante, la tele-operadora, el encuestador o la traductora como el intermitente del espectáculo, la programadora informática o el diseñador gráfico, por citar apenas algunos ejemplos, sufren este tipo de condiciones en puestos de trabajo cada vez más aptos para ser montados y desmontados. No se trata por tanto de una condición que ataña sólo a los empleos que en nuestro imaginario identificamos como "precarios", aunque sin duda todos los empleos feminizados experimentan fuertes procesos de precarización.
Pero conviene ir más allá: en un segundo sentido, el concepto de feminización del trabajo remite (y visibiliza) cómo la componente afectivo-relacional del trabajo tradicionalmente desempeñado por mujeres –aquella que, a través de la proximidad y el contacto humano (sea éste actual o virtual), produce y modifica afectos, trabaja y teje redes y es en sí misma constitución de cuerpos, comunidades y subjetividades colectivas, producción de socialidad y, en último término, producción de la sociedad en sí misma– se generaliza, se vuelve cualidad común del trabajo (si bien según diferentes gradientes de intensidad) y se hace central en la producción de valor (de plusvalor) desde el punto de vista del capital.
Para terminar, quisiera hacer una última puntualización. Sostener que el trabajo ha experimentado (y todavía experimenta) un proceso de feminización no significa afirmar que la división sexual del trabajo haya desaparecido. De hecho, los trabajos que implican más directamente cuidado y servicios a las personas siguen estando en los escalafones más bajos de la pirámide laboral, tanto en lo que se refiere a salario como en lo que se refiere a prestigio social, y siguen estando ocupados fundamentalmente por mujeres. Dentro de los trabajos más "cognitivos", que implican tareas analíticas y simbólicas, las mujeres ocupan sobre todo los más rutinarios (de puro procesamiento de datos), mientras que en los que se exige una manipulación creativa e inteligente de símbolos la presencia masculina es mayor. Además, como ya señalé anteriormente, la productividad del tejido social en su conjunto y en cuya trama, producción y reproducción las mujeres desempeñan todavía hoy un papel central, sigue sin ser reconocida.
desde Lavapiés,
una compañera de trabajoZero
Agosto del 2000.

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